Las Órdenes Españolas
Monjes y Guerreros
Las Órdenes fueron fundadas en el siglo XII siguiendo el impulso religioso y caballeresco que suponen las cruzadas. Finalizada la primera con la conquista de Jerusalén, hubo que pensar en su defensa, y con ese designio, el francés Hugo de Payns instaura en 1120 la Orden del Temple, la primera de todas las Órdenes militares. En 1126 los benedictinos establecen la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén y ambas se convierten en la salvaguardia de los Santos Lugares.
Desde la invasión musulmana en el 711, España alimentaba un afán de restauración de su identidad que había alcanzado con la Hispania romana y políticamente con el visigodo Recaredo. Sus aspiraciones se unieron al espíritu cruzado para la fundación de unas Órdenes propias: Santiago, en 1175; Calatrava, en 1164; Alcántara, en 1177, y Montesa, en 1317.
De izquierda a derecha; emblemas de la Orden de santiago, Calatrava, alcántara y Montesa.
Su fin era defender la fe cristiana, y el objetivo, recuperar los territorios ocupados por el islam. Así, los caballeros de las Órdenes fueron los protagonistas de la Reconquista en la toma de Cuenca (1177); el desastre de Alarcos; y también, entre otras, en la gran victoria de Las Navas de Tolosa (1212); en las reconquistas de Valencia de Alcántara (1221), y en las campañas que terminaron con la liberación de Córdoba (1236) y Sevilla (1248). Por último, en la gran victoria del río Salado (1340).
Acabada la Reconquista, defienden la frontera establecida con el reino vasallo de Granada donde quedaron recluidos los musulmanes. Cuando los Reyes Católicos deciden terminar con esa reserva del islam, la guerra final recae fundamentalmente en las cuatro Órdenes. Gutierre de Cárdenas, maestre de Santiago, certifica la victoria el 30 de diciembre de 1492.
Representación de Santiago el Mayor como Santiago Matamoros, llevando el manto de su Orden. Giovanni Battista Tiepolo (Museo de Bellas Artes, Budapest). Ruinas del castillo de Montesa, que fue la sede de la Orden hasta el siglo XVIII. Monasterio de Santa María la Real (Fitero), primera sede de la Orden de Calatrava durante el siglo XII.
Nobleza y servicio
En los albores del siglo XVI, las Órdenes Españolas han dado fin al objetivo que se habían trazado. España es toda ella cristiana. Fernando e Isabel consiguen que el Papa conceda al Rey de España el maestrazgo perpetuo de dichas instituciones. En 1523 Adriano VI otorga la bula para Santiago, Calatrava y Alcántara. Montesa se retrasa hasta 1587.
Las Órdenes Españolas cumplirán el objetivo de defender la fe, pagando con su patrimonio el coste de las continuas guerras. Para administrar el inmenso patrimonio y gobernar a sus numerosos vasallos, se constituye el Real Consejo de las Órdenes.
Alfonso VIII de Castilla y Leonor de Plantagenet entregan el castillo de Uclés al maestre de la Orden de Santiago Pedro Fernández de Fuentencalada, el 9 de enero de 1174. Archivo Histórico Nacional.
Las Órdenes Españolas experimentan una honda transformación: se mitiga el rigor de los votos y se introduce una discriminación sobre razas y conversos, poco cristiana, pero que sigue el sentir de la época. En contrapartida, se exalta en primer lugar la nobleza como actitud vital y con ella el sentido del deber, el honor y la lealtad, y en segundo, la familia cristiana al enaltecer el linaje. Las Órdenes se convierten entonces en leales servidores del Rey. Esta situación durará más de trescientos años.
Isabel II, como Gran Maestre de las Órdenes Militares españolas. Caballero Hernán Cortés, marqués del Valle de Oaxaca, (1485-1547). Conquistador del imperio mejicano. Caballero Gaspar de Guzmán y Pimentel, Conde Duque de Olivares (1587-1645). Valido de Felipe IV, el personaje más poderoso de la España barroca.
Los tiempos adversos
El siglo XIX es el de la adversidad. La supresión de los señoríos en la Cádiz de la Constitución de 1812, la primera desamortización de 1820 y las definitivas de 1835 privaron a las Órdenes de sus ya muy menguados bienes.
La Revolución de 1868, que termina en la I República, es la cima de las desdichas para las Órdenes, que son suprimidas unilateralmente por el Estado en 1873. Restaurada la Monarquía con Alfonso XII, se restablecen en 1874. A partir de ese momento, las Órdenes se convierten en la más prestigiosa institución nobiliaria.
Investidura del rey Alfonso XII de España (1857-1885), como gran maestre de las Órdenes militares españolas, el día 24 de febrero de 1877
D. Diego de Silva Velázquez, Caballero de la Orden de Santiago.
D. Pedro Franqueza y Esteve (1547 – 1614) Caballero de Montesa.
Tiempos modernos
En 1931 la II República disuelve las Órdenes Españolas, que para sobrevivir se refugian en la ley de asociaciones civiles. Mantienen una vida precaria hasta el Concordato de 1953, que reconoce el Priorato.
En 1980, el Rey Juan Carlos I anima el resurgir de las Órdenes. Al calor de la Carta apostólica Tertio millenio adveniente, las Órdenes Españolas inician su adecuación en 1996.
Hoy, sus fines son básicamente los mismos de cuando fueron fundadas: la labor benéfico-social y cultural, la defensa de la fe, la santificación personal y el culto divino. Sus doscientos cincuenta caballeros mantienen el espíritu de las Órdenes de Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa bajo su Gran Maestre, el Rey Felipe VI, y el Real Consejo de las Órdenes, presidido por S.A.R. Don Pedro de Borbón Dos Sicilias, duque de Calabria.
D. Gaspar Melchor de Jovellanos, Caballero de la Orden de Alcántara.
D. Pedro de Berberana y Aperregui, Caballero de la Orden de Calatrava.
S.A.R. D. Juan de Borbón y Battenberg, Conde de Barcelona.
S.M. el Rey D. Juan Carlos I de Borbón, Gran Maestre Emérito.
S.M. el Rey D. Felipe VI, Gran Maestre y Administrador Perpetuo por Autoridad Apostólica de las Órdenes Militares.